Nosotros también teníamos fecha de vencimiento.
Tengo que aceptarlo, al final nos convertimos en aquello que prometíamos nunca seriamos.
Dos más del montón.
Somos como todos los demás. Como todos esos que no se miran, que no se escuchan, que se hablan, pero no se entienden.
Ya no existe entre nosotros el silencio apacible, ahora es un vacío incómodo.
Y aunque a veces, todavía te busque la mirada, es tan triste sentir la ausencia de tu presencia, la indiferencia en tus palabras, la falta de interés en tus preguntas y las respuestas rutinarias que salen de tu boca.
Entiendo que no quieras aceptarlo. Para vos el peor de los pecados es ser igual “al resto” , no ser especial, ser simplemente uno más. Pero lo somos, lo que nos hacia únicos y especiales, ya no existe, se fundió con el resto.
Ya no vamos a llegar a viejos y reírnos de nosotros, de los otros. Ya no vamos a entendernos con solo mirarnos o a inventar ese mundo paralelo en donde sólo vos y yo entendíamos nuestra inventada felicidad.
Sentiste el desamor de nuestro último abrazo? Fue tan palpable, tan real, como las promesas que no vamos a cumplir.
Al final somos como el resto, al final también nuestro amor tuvo fecha de vencimiento. Aunque hayas querido resguardarlo poniendolo tan alto que ni siquiera vos pudiste alcanzarlo.
Yo ya dejé de intentarlo y ya derramé el llanto del olvido.
Cuando decidas aceptarlo ya no voy a estar, no voy a poder ver tu tristeza de mezclarte con la multitud de mediocres que te rodea.
Yo seguiré siendo la que era antes de olvidarte.
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